Monday, February 4, 2013

Anatomía de una noche argentina en Tokio. Cap #2: Trials of Camelot.

Sábado, 8:30 A.M.: Suena el teléfono y me despierto abruptamente. Estoy en un manga kissa, tirado en un sillón. Manga Kissa (Manga Kissaten = Manga Café) es un tipo de establecimiento en el que tienen interminables colecciones de manga para que lean los clientes. Ofrecen distintos servicios, como internet, bebidas y un lugar para descansar en sillones que están dentro de cubículos privados como en el que me encuentro. Junto a mí duerme una japonesa de unos 22 años. Se llama Aoi. En el identificador de llamadas veo a Gunther, de quien no tengo noticias desde hace al menos tres horas.

Manga Kissa. 
Nico: Moshi moshi.
Gunther: Nico, ¿dónde estás?
Nico: En un manga kissa.
Gunther: ¿Seguís en Shibuya?
Nico: Sí.
Gunther: Me acabo de despertar en la escalera de un edificio. Tengo un problema. 

Rápidamente, hago una breve reconstrucción mental de algunos de los hechos que me llevaron a esta situación.

Viernes, 9:45 P.M.: Gunther y yo estamos cenando el mejor sushi que como en mucho tiempo, en Shibuya. La variedad es infinita y estoy experimentando texturas y sabores nuevos que incluyen, en el más exótico de los casos, "rayadura de oro." Los viernes Gunther sale del trabajo entre 8:30 y 9:00 y para evitar ser capturado por la china que ahora invade su recinto, evita volver a su casa. Yo también me quedo en Shibuya, donde estudio. El único gran problema que tiene no volver a casa al terminar nuestras actividades, es que a la noche tenemos que cargar con nuestra mochila, maletín o bagaje de turno. En el caso de Gunther, su bolso o "kaban" contiene todas las cosas importantes que necesita para... vivir, básicamente.

Viernes, 11:00 P.M.: Estoy en un bar, rodeado de argentinos. Se habla tanto castellano que por un segundo olvido en qué país me encuentro. Es el cumpleaños de alguien que no conozco, y entre la gente hay dos compatriotas que vuelven a Argentina en tres días. Ella tiene 24 y se llama Magalí; él tiene 18 y se llama Tomás. Luego de entablar conversación, me perturba notar que en un mes que llevan acá jamás salieron a conocer la noche de Tokio, entre otras cosas imperdibles que tampoco hicieron. Ella tiene novio, pero él evidentemente se quedó con las ganas. Conmovido, decido que es mi misión mostrarle cómo funcionan las cosas. Le cuento sobre una legendaria tradición que nació hace 4 años en un modesto McDonald's de Shibuya. Se muestra incrédulo.

Flashback. Pablo exhibe el
primero de todos. 
Algún sábado de enero de 2009: Pablo y yo llegamos a Shibuya con Juan y conocemos a un tal Gunther.  Acaba de cortar con una chica y trae consigo una botella del vodka más turbio de las estepas rusas. Pablo y yo tenemos la simpática costumbre de tomar tequila ocasionalmente cuando salimos y sugerimos hacer un cambio de brebaje. Terminamos de comer cada uno un doble cuarto de libra con queso en un McDonald's y Gunther se retira en silencio, para volver con un Sauza Dorado. Sorprendidos, acogemos su ofrenda y, utilizando los vasos de cartón más berreta que tiene para ofrecer el local de comida rápida del payaso, nace una tradición. Momentos después,  nos encontramos en Camelot, club nocturno legendario en el que se forjarían las más insólitas anécdotas de este lado de Greenwich.

Sábado, 00:00 A.M. De vuelta en 2013: Estoy en McDonald's. Somos muchos argentinos y un brasileño. Se abre el tequila; se llenan los vasos. Tomás cree que puede tomar más que yo. Muy tierno.

Sábado, 01:00 A.M.: Tomás quiebra junto con todo prospecto de llevarlo a conocer la noche de Tokio. Man down. Juan, Gunther, Francisco (el brasileño) y yo abrimos la tercera botella.

McTeam. Tomás, Juan, Francisco,
Nico y Gunther. 
Sábado, 02:00 A.M.: Gunther, Juan y yo corremos por las calles de Shibuya, dejando al resto del grupo atrás. Llegamos a Camelot. Francisco se olvida de cómo llegar y perdemos otro soldado en batalla.

Sábado, 02:05 A.M.: Guardamos mi buzo y el kaban de Gunther en un locker. Gunther se queda la llave.

Sábado, 02:10 A.M.: Juan y yo bailamos con dos japonesas. Las cosas se ponen intensas. Hacemos un cambio: en una hábil maniobra yo le paso a la mía y él me pasa a la suya. Evidentemente todo les da lo mismo. Saturados, escapamos a otra pista.

Sábado, 02:20 A.M.: Estamos abajo. Perdemos a Gunther en la marea de gente. Juan conquista a una de las muchachas que baila en una de las tarimas.

Sábado, 02:25 A.M.: Juan la baja de la tarima. Nos subimos nosotros. Nos baja el de seguridad.

Sábado, 02:27 A.M.: Es un mar de gente. Juan la empuja y caen encima mío. Nos vamos todos a la tarima. La tengo de frente, encima, Juan detrás. Evidentemente a ella también le da todo lo mismo y agarra viaje.

Sábado, 02:30 A.M.: Escapamos. Otra tarima. Otra a la que le da todo lo mismo.


Sábado, 03:00 A.M.: Juan encuentra a otra. Esta es la que va. Yo lo secundo y me acerco a la amiga, empero choco con un obstáculo: un tumor en forma de masculino oriental adherido a su cintura. En un intento poco honroso por simular bailar, el individuo no pretende soltarla bajo ningún punto de vista. ¿Será el novio? A quién le importa. En un arrebato de desinterés por la labor ajena, tomo a la muchacha de las manos y salgo a defender el título. Empieza el duelo.

Sábado, 03:05 A.M.: Progresivamente intensifico el movimiento para intentar desprender a mi contrincante, sin resultados. Bailo con ella mientras el infeliz la sigue agarrando de la cintura, casi sin darse por aludido. Ella me sigue y casi parece que no notara el ancla de carne y hueso que la hunde en un mar de sudor ajeno; no obstante, su libertad se ve limitada.

Sábado, 03:08 A.M.: Casi quiero estrechar su mano y felicitarlo por una noble contienda, pues el descarado persiste en su afán por entorpecer mi napoleónico avance, aún ciñéndose a las caderas de la dama desde atrás. Ella, mientras tanto, elige seguir mi guía.

Sábado, 03:10 A.M.: Me cago bien en tu vieja, flaco.

Sábado, 03:15 A.M.: Victoria. Se fue y es hora de la magia.

Sábado, 03:30 A.M.: La magia. 

Sábado, 03:45 A.M.: Las cosas toman un rumbo inesperado. Se produce un sándwich humano. Juan y yo somos el pan, y en el medio comienza un ballet lingüístico entre nuestras acompañantes que hace que Juan y yo nos miremos por sobre sus hombros, mientras una silente palabra toma forma en mis labios: ありえない。

Fear and Loathing in the
streets of Shibuya. 
Sábado, 05:00 A.M.: Buscamos a Gunther sin éxito. Vamos a los lockers y vemos que están todas las llaves puestas, con lo cual asumimos que se fue y se llevó todo. Incluído mi buzo.

Sábado, 05:30 A.M.: Caminamos los cuatro por las calles de Shibuya, en busca de algún lugar para continuar lo que aparentemente es el cumpleaños de una de ellas.

Sábado, 06:00 A.M.: Entramos al manga kissa.

Sábado, 06:01 - 08:29 A.M.: Escena desaparecida.

Sábado, 8:31 A.M.: Gunther está ligeramente desesperado del otro lado del teléfono. Me pide que vayamos con él. Miro al cadáver en forma de mujer durmiendo a mi lado y decido que no hay nada más importante que el llamado de auxilio de un amigo. Despierto a Juan y emprendemos la retirada. Esta vez procuro agregarla a Facebook antes de irme, rectificando mi error de hace dos fines de semana. Por las dudas.

Gunther y su poncho. 
Sábado, 8:40 A.M.: Nos encontramos a un Gunther muy en cualquiera. Ha perdido su kaban, con todas sus pertenencias de valor y asegura que alguien le dio "un poncho" para que no tuviera frío. Rápidamente descubrimos que "el poncho" es en realidad una combinación de su bufanda y mi buzo, lo cual confirma que efectivamente abrió el locker para sacar las cosas. Nadie sabe cómo, pero por algún motivo Gunther terminó en la escalera de un tercer piso de un edificio. Sospechamos que alguien hurtó su kaban, aprovechando la confusión. Queda desbancado, de esta manera, el mito de que no hay delito en Japón.

Sábado, 11 A.M.: Luego de un arduo rastreo que nos lleva a las puertas mismas de Camelot (que de día es otro lugar por completo) y a hacer una denuncia personal a la policía, decidimos darnos por vencidos y volver cada uno a su recinto. Es hora de desperdiciar el sábado tirado en la cama.

Lunes, 12:00 P.M.: Gunther me habla en Facebook.

Gunther: 
Volvio la valija 
Nico:
No!
Sí!
Dónde?
Qué onda? 
Gunther:
Pero sin la billetera
Policia
Pero si con la plata (WTF) 
Nico: 
asdjañjda
NO ENTIENDO NADA
JAJAJAJAJAJA
La tarjeta?
Tu ID? 
Gunther: 
El id si
La tarjeta no 
Nico: 
La notebook? 
Gunther:
Si 
Nico: 
BUEH
En definitiva
Te afanaron LA BILLETERA
y la tarjeta
Gastaron algo con la tarjeta? 
Gunther: 
No 
Nico: 
Qué fracaso, hay que mandarlos a hacer un Master a Buenos Aires.

ありえない!


Monday, January 21, 2013

Anatomía de una noche argentina en Tokio. Cap #1: The Tango Effect.

Domingo, 5:30 A.M.: Estación Roppongi, línea Oedo. Estoy sentado esperando el subte. Saco el celular, busco la última entrada en "Notas." La sigo buscando. Busco otra vez. No está. Guardo el celular en mi bolsillo y en silencio espero el tren para irme bien a la mierda. "Mejor así," pienso.  

Trapped in the Phantom
Zone?
Nope, just bored
at the station. 
Sábado, 19:50: Estoy tirado en la cama. Tengo un cumpleaños en Roppongi dentro de 10 minutos y alrededor de 40 minutos de viaje. No tengo ninguna intención de mover un dedo para salir de la cama. "Hace frío, está lejos, es tarde, me quedo."

Sábado, 20:06: Vibra el celular.
Gunther: Vamos a lo de sakura.
Nico: A qué hora?
Gunther: 21
Gunther: Anda saliendo.
Gunther: No te cuelgues. 

Gunther: Yo me banio en 5 y salgo. 
El vigor de mi vital amigo renueva mis energías y logro despegarme de la cama con más fuerza de gravedad de todo oriente. 40 minutos más tarde.

Sábado, 21:50: 
Gunther: Llego 22:09 roppongi eki. 
Hijo de @#$%, menos mal que a las 21. Y menos mal que me lo tomé con la misma calma y llegamos al mismo horario.

Sábado, 22:15: Me encuentro con Gunther y su novia china (que ahora es japonesa, larga historia) de turno. Mis ilusiones de tener una noche medianamente entretenida se desmoronan en pedazos al ver a mi wingman en compañía de la carcelera del momento.

Feliz cumple. 
Domingo, 01:45 A.M.: Estoy sentado en una mesa con una china y dos japonesas con un alto nivel etílico en sangre. OK, esto empieza a levantar.

Domingo, 02:30 A.M.: La cumpleañera no entiende nada. Me abraza, me da un beso en la mejilla y se queda prendida. No sé qué carajo hacer, así que le doy un beso en la mejilla. No me suelta. どうしようかな?Me gira la cabeza, acercándose, hago lo mismo y repentinamente me estoy alejando por la puerta de salida porque parece una fantástica idea.

Domingo, 03:00 A.M.: Estoy en Feria, club nocturno al que no fui nunca. La china está en el tercer piso con otro amigo. Gunther y yo escapamos al primero. Entramos a una pista y manos que jamás pudimos adjudicarle a ningún cuerpo nos agarran desprevenidos en la oscuridad.

Domingo, 03:15 A.M.: Entramos al tercer piso, una japonesa alta y rubia de dudoso linaje puramente oriental me intercepta, separándome de mi compañero, que da dos pasos más antes de darse cuenta de que me perdió. Me gira y me pone frente a su amiga. Quedo en el medio. Me mira. La miro. Me doy cuenta de que no está mal y pienso "¿Por qué no?" Saco del cajón todo mi arsenal de antiguos movimientos y demuestro que, en el fondo, soy latino.

Feria.
Domingo, 03:20 A.M.: Está fascinada.

Domingo, 03:22 A.M.: Me pide que le hable en español.

Domingo, 03:25 A.M.: Quiere conocer Argentina.

Domingo, 03:27 A.M.: Se refiere a mí como セックシー。

Domingo, 03:30 A.M.: Mientras mi ego se toma un daiquiri de éter con Dios, Buda y Carl Sagan, ella y yo tomamos vodka en la barra.

Domingo, 03:35 A.M.: No me acuerdo su nombre.

Domingo, 03:40 A.M.: La gente alrededor está loquísima y se para en los sillones para caerse bien de culo al piso. Mucha fiesta por todos lados. Me muerde y me dice "It's the Vodka effect." "No... it's the Tango effect," respondo en una ágil pirueta que combina comentario político y un bananismo desenfrenado que por un segundo me hace sentir el James Bond del subdesarrollo.

Domingo, 03:50 - 04:30 A.M.: Escena desaparecida. 

Domingo, 04:40 A.M.: Se da cuenta de que en el fondo (lol, en el fondo) soy un nerd y esto sólo parece resultarle más interesante (Yo sabía que algún día iba a tener justicia por aquellos días en la secundaria). Me pregunta si sé cocinar y esto empieza a ponerse turbio.

Domingo, 05:14 A.M.: Es un buen momento para retirarse con la frente en alto. Gunther tiene el grillete más ajustado que nunca y esto ya no da para más. Antes, sin embargo, sería pertinente llevarme su contacto. "I just met you, and this is crazy..." me dice mientras anota su teléfono en mi celular. Nos vamos.

Domingo, 05:15 A.M.: Toco algo que no debía tocar en el teléfono y me mando una cagada. Me entero 15 minutos más tarde mientras espero el subte.

ありえない!

Saturday, January 12, 2013

ありえない![arienai!]


Japón es un lugar fascinante. No importa cuántas veces vengas ni de qué parte del mundo, lo más probable es que seas de donde seas, te vas a sorprender. Para bien y para mal, porque no quiero que nadie crea que pienso que esto es un paraíso de sushi, golosinas y animé en el que todo viene con una sonrisa y una reverencia adjuntada. Japón dista de ser un país perfecto, pero supongo que no existe tal cosa de todas formas. Aún así, hay muchísimas cosas dignas de aplauso y reverencia pero, fundamentalmente, de asombro. Es como un universo paralelo, con sus propias leyes espacio-temporales, donde por momentos parece que todo es posible. Cuando pensás que ya nada te va a sorprender, por supuesto, algo te vuelve a sorprender. Para alguien que viene desde tan lejos, a fin de cuentas, arriba es abajo de este lado del mundo. Literalmente. 

Curiosamente, todo parece ser al revés acá: se maneja por la izquierda (volante a la derecha), se come con palitos, la estructura del idioma se compone a la inversa, el sistema de escritura es completamente diferente. Mejor no hablemos de temas sensibles como la educación y la disciplina, pero baste decir que son cuestiones que rozan con lo religioso por aquí. Lo fundamental es entender cuál es la constante inexorablemente omnipresente en todos los aspectos de la vida japonesa para alguien que se ha criado en una cultura occidental: lo inédito

"Arienai" fue una de las primeras palabras nuevas que aprendí hace 4 años cuando (por medio de mi buen amigo Manuel Hernández) conocí a Juan y Gunther, dos argentinos que vivían y aún viven en Tokio, con quienes he tenido el gusto de compartir innumerables aventuras y desventuras de ambos lados del globo terráqueo. La traducción exacta de la palabra es debatible, pero se aplica a situaciones extrañas o inesperadas que sacuden nuestra capacidad de comprensión a primer impacto. Desde un primer momento insistieron en que era un término que íbamos a usar muchísimo acá. Luego de todas las cosas que nos han pasado desde entonces, debo decir que no podrían haber tenido más razón. Tal vez es porque venimos de otra cultura, tal vez al ser distintos atraemos cosas distintas. Todo parece ser motivo de anécdota. Estar en Japón te enfrenta constantemente con lo peculiar, lo distinto, lo azaroso, lo inédito. Lo "arienai." 

Situación: Somos 8 personas, estamos en Shibuya, tenemos frío y no sabemos a dónde ir. 

ありえない。 Chocolates con
forma de excremento. Lógico,
¿A quién no le gusta la mierda?
Sugerencia: Vamos a un rabuho (Love Hotel, digamos, un albergue transitorio), alquilamos un cuarto para 2 y nos metemos. Los 8. Seguro hay Karaoke ¿Qué puede salir mal?
Nada, capaz te enganchan a la salida y tenés que salir corriendo, literalmente. ¿Que qué pasó en el medio? Ni idea. 

ありえない。
Mujer japonesa Y: Te amo y quiero ir a verte cuando vuelvas a tu país. Ah, mientras te digo esto arreglo para salir con tu amigo. De quien también estoy enamorada. ¿Qué tendrán los argentinos?
Dos meses después se casa con uno nuevo y está embarazada. 

ありえない。

Compañeros de aventuras. Gunther et moi
infiltrados en el nomikai de una empresa en
el hotel Cerulean Tower de Shibuya. Sushi 
y bebidas gratis, mientras se graba un 
programa de TV al lado nuestro. 
ありえない。
Vivís en Japón, tu novia es china y la familia quiere que te cases con ella. Tené cuidado, tal vez le regalás los chocolates equivocados, los tira por la ventana en un ataque de ira y al responderle mal, la madre justo se da vuelta, te ve y te amenaza con un cuchillo para cortar pescado. No importa porque no hablás chino. Ah, a todo esto, estás en medio de uno de los terremotos más grandes de la historia del país y acaban de reventar una o dos plantas nucleares un par de ciudades al norte. Quedate tranquilo, es probable que cuando se le pase baje a buscar los chocolates, los pruebe, y te diga que le gustaron mucho.  

ありえない。

Arienai, arienai, arienai. La vida en Japón es arienai. Arienai seikatsu desu. 

Quiero resaltar que al menos esta es mi experiencia personal en todo el tiempo de relación que he tenido con este particular país, al que le tengo un gran afecto. Es posible que otras personas les cuenten algo distinto. Si tu experiencia es distinta, no dudes en compartirla. Este es el Japón que yo conocí y, francamente, el Japón que me gusta vivir y el que quiero compartir con quien tenga interés. Un lugar distinto en el que de alguna manera siempre hay algo nuevo para experimentar. Para aburrirse realmente hay que tener ganas. La gente, las imágenes, la comida, eventos sociales; todo es distinto y digno de ser conocido. 

Se me ocurrieron varias ideas para volver a darle vida a este espacio. Si bien pensaba empezar de cero creo que reciclarlo es una buena manera de homenajearme a mí mismo, por la dedicación que le puse en su momento y los buenos recuerdos que me trae. Hace dos años "Big in the World" era el concepto que quería desarrollar, pero creo que hoy por hoy esto está más a tono con las cosas que pasan por mi cabeza a diario. Siéntanse libres de explorar el archivo, de todas formas. Fue todo hecho con un gran nivel de improvisación, pero con muchísimo cariño. No estoy muy seguro de qué viene de aquí en más, pero es altamente posible que siga siendo así.  

Saludos a quienes llegaron hasta aquí y hasta la próxima. 

またね。

(Dedicado a Pablo Sangiorgio y Pablo Marseillán, sendos compañeros de aventuras por estos lares, cuya presencia siempre es recordada)

Tuesday, February 8, 2011

キャベツ焼き

Último registro de Gastón antes de volverse a Dubai. En este caso, nos muestra la experiencia de comprar Kyabetsu Yaki, más comida chatarra japonesa:

Sunday, February 6, 2011

Roppongi Hills Sky Deck


Roppongi Hills (六本木ヒルズ, Roppongi Hiruzu?) es un desarrollo urbano en el Distrito de Roppongi en Tokio. Fue construido por el magnate de la construcción Minoru Mori. El complejo incluye espacio de oficinas, departamentos residenciales, cafés, restaurantes, salas de cine, un museo, un hotel, un estudio de televisión, un anfiteatro al aire libre y varios parques. En el centro, se encuentra la Torre Mori, de 54 pisos y 238 m. La construcción del complejo llevó diecisiete años, y Roppongi Hills fue inaugurado el 23 de abril de 2003.

La construcción de Roppongi Hills costó más de cuatro mil millones de dólares. El terreno, de 109.000 m² fue consolidado a partir de cuatrocientos lotes individuales que fueron comprados paulatinamente durante catorce años.

Aquí otro documento por parte de Gastón:



Saturday, February 5, 2011

築地市場 ・ Tsukiji Fish Market

El Mercado Mayorista Central Metropolitano de Tokio, comúnmente conocido como Mercado de pescado de Tsukiji (築地市場, Tsukijishijou) es el mayor mercado mayorista de pescado y productos marinos del mundo y también uno de los más grandes mercados mayoristas de alimentos en general. El mercado se encuentra en Tsukiji en la zona central de Tokio, y es un punto de atracción para turistas extranjeros.

Aquí hay varios restaurants de Sushi, donde se supone que se come el mejor del mundo. Lo siguiente es un pequeño registro auspiciado por el celular de Gastón:

Thursday, February 3, 2011

上野動物園 ・ Ueno Zoo

Ueno (上野) es un distrito del barrio Taitō en Tokio, mayormente conocido por ser la sede de la Estación Ueno y el Parque Ueno.

El zoológico de Ueno está administrado por el gobierno metropolitano de Tokio y es el zoológico más antiguo y famoso de Japón, habiendo sido inaugurado el 20 de marzo de 1882.